En este aniversario celebramos todo un LAPSO. La mitad de nuestra vida en este proyecto.
El 24 de febrero de 2003 fue el día que decidimos ponerle fecha de inicio a Lapso. 20 años después queremos soplar las velas haciendo memoria de este lapso que forma una parte muy importante de nuestras vidas. Las vidas de tres amigos que nos conocimos en la infancia (dos de nosotros mucho antes por cuestiones genéticas), a los tres años, coincidiendo en lo que llamaban el preescolar de un barrio periférico de Sevilla, y más tarde compartiendo aula durante la EGB. De ahí, a compartir la guitarra para pasar los días y las noches canturreando éxitos del pasado al más puro estilo callejero, conociendo gente, conociendo mundos, hasta que un día conocimos el Teatro. Hasta aquí la primera media vida, un poco resumida, sí, pero juntos. La otra media vida es la que ocupa esta celebración.
Corría el año 96 cuando desde una veterana compañía de teatro de calle nos invitaron a participar en unos pasacalles. Nos abrieron las puertas de un mundo tan estimulante que no pudimos resistirnos a dejarnos arrastrar por esa marea. Fue entonces cuando la apuesta fue al todo o nada. Talleres, cursos, más cursos, ver teatro, hacer mucho teatro… fue marcando nuestra rutina. Teníamos que probar, exponernos, y con cada recurso actoral o musical con el que íbamos contando nos echábamos a la calle, ya fuera con unos zancos, con unos globos, unos tambores, o una nariz de payaso.
La suerte estaba echada. Habíamos decidido vivir de lo que fuéramos capaces de generar con nuestras manos, nuestra voz, nuestro cuerpo en movimiento, nuestra expresividad; y tuvimos el privilegio de encontrarnos desde el principio con maestros y amigos generosos que supieron enseñarnos a soportar el fracaso. Porque eso sí, se aprende mucho del fracaso y, en todo este tiempo, hemos aprendido algo, por no decir que hemos fracasado bastante. Aunque también podríamos hablar de los éxitos, que han sido suficientes para equilibrar la balanza.
Retomando aquel febrero de 2003: Veníamos trabajando por separado con otras compañías y grupos musicales, pero compartimos local con otros artistas afines. Malabaristas, acróbatas, bailarinas, cómicos, músicos, payasos… Había mucha inquietud y pocos medios, por lo que organizábamos cabarets y hacíamos muchas cosas para poder pagar el local y costear los gastos. En estos cabarets teníamos que inventarnos algún “numerito”, alguna escena con la que participar y, de paso, experimentar y aprender. Por aquel entonces, echamos mano de unos instrumentos con los que pretendíamos sustituir esa guitarra que tanta calle tuvo. Con una breve melodía, unos simples acompañamientos, y una idea lo suficientemente payasa como para tirar del hilo, presentamos el primer sketch de El Cuarteto Maravilla.
Poco después vino el compromiso, la apuesta definitiva por poner en marcha una compañía sólida con la que poder recorrer calles, plazas, teatros, y todos los universos que pudiéramos explorar. Una compañía que hiciera realidad nuestros sueños siendo jóvenes. Queríamos conocer mundo y que el mundo nos conociera, y que fuera ese mundo quien decidiera si lo que hacíamos era interesante y debíamos seguir haciéndolo.
Parecía premonitoria la escena de aquel cabaret del 2003 que hicimos en la desaparecida sala Endanza, en la que estos tres músicos hacían autostop queriendo llegar a Zamora, después de que cerrara el teatro en el que habían hecho su última actuación (se llevaba mucho lo del metateatro por aquel entonces).
Para nosotros, Zamora no es ni más ni menos importante que otro lugar. Está lo suficientemente apartada y desvinculada de nuestro entorno como para ser un reto llegar allí y que su gente pueda interesarse en nosotros. Hasta hace poco no hemos conseguido actuar en Zamora, aunque llevemos 20 años mandando información y presupuestos a todos los teatros de España y parte del extranjero. Eso sí, hemos estado en muchísimos sitios. Sitios grandes, pequeños, con todas sus luces, con menos luces pero mucho encanto. Hemos estado pisando suelos bajo los cielos de miles de espacios, muchos de ellos en nuestra Andalucía, y otros tantos en nuestra Europa. Nos faltan aún muchos más sitios a los que ir, pero hemos tenido tantas oportunidades de mostrar nuestro trabajo, que hemos podido aprender a seguir aprendiendo, a ser constantes, a no poner fin a nuestro imaginario y seguir buscando rincones a los que llegar, actuar, sonar y jugar.
Cuando todo esto comenzó, no podíamos imaginarnos abandonando este proyecto. Apostamos por él, costase lo que costase. Y cuesta…
Cuando todo esto comenzó, tampoco podíamos imaginarnos que además de ganarnos la vida en la calle, el tiempo nos permitiría pisar las tablas de grandes teatros, algunos platós de cine y televisión, que nuestra música sonaría en la radio, en plataformas digitales, o que formaría parte de la banda sonora de alguna película o de otros espectáculos de artistas que también llevan su trabajo muy lejos y que hemos tenido la suerte de conocer, trabajar con ellos y compartir momentos con arte que nos llenan el alma. Ni siquiera nos íbamos a imaginar que estos artistas confiaran en nosotros para que les aportáramos nuestra experiencia a modo de dirección y dramaturgia para sus trabajos.
Hay muchísimos detalles en esta historia de tan solo 20 años. Muchas personas, muchos lugares, alegrías, logros, proyectos, premios, fracasos, kilómetros, gastos, pérdidas, dolores de espalda y de cabeza. También nos encantaría poder compartir con vosotros esos detalles y tener la oportunidad de contaros todo. Pero ahora es momento de soplar las velas y de pedir un deseo cargado de gratitud por todo lo vivido.
Por suerte, somos tres y podremos pedir un deseo cada uno. Tres deseos como en los cuentos, ¡o en los chistes!